jueves, 5 de agosto de 2010

Música intergeneracional, música en equipo

La música es de todos, como decía Helme Heine de Molinorrojo, “como de todos son el aire y el agua”. La música no está reservada en exclusiva para jóvenes talentos que van a dar su vida por ella, sino que pertenece a todas las personas que, por la razón que sea, quieran disfrutarla desde un rol activo.
Aún existen muchos prejuicios que nos llevan a escuchar frecuentemente frases como “es que a mi edad…” o “a mí es que me gusta mucho pero yo no valgo”. O… ¿cuánta gente ha dejado de cantar en público porque de pequeña le dijeron muchas veces que no tenía oído?

Resumiendo: Sería una tontería pensar que todo el mundo tiene las mismas capacidades para hacer música o para tocar según qué instrumentos, pero también lo es pensar que cualquiera que toca el violín tiene como objetivo ser el concertino de alguna orquesta filarmónica de renombre o hacer giras internacionales como solista.


¿Siempre quisiste tocar algún instrumento pero no pudiste y ahora crees que es tarde? Mucha gente que responde sí a esta pregunta trata de que “al menos” su descendencia sí que lo haga. Y nosotras pensamos que muy bien que tu hijo estudie violín, guitarra, piano o lo que sea, pero… ¿por qué no te apuntas con él? No sólo se entenderá mejor lo que cuesta a veces hacer sonar un instrumento, no sólo será más ameno estudiar en casa (y ver cómo a la madre o al padre quizás se le dan mejor las notas y al hijo, lo de coger el arco y pasarlo en condiciones por las cuerdas) y, enseguida, tocar dúos en vez de siempre solos, sino que además las diferentes generaciones podrán disfrutar juntas de la maravillosa experiencia que supone hacer música.

Desde El Molino trataremos de favorecer en la medida de lo posible el trabajo en dúos, tríos y otros grupos, en familias como aquellas de las que acabamos de hablar, o en grupos de amigos o desconocidos. Nada mejor que los grupos para trabajar el respeto hacia los otros y la conciencia de equipo, para la mejora del sentido del ritmo y el oído, para ir atajando el miedo escénico y superar poco a poco el paralizante (y tan extendido) miedo al error, y… ahora vamos a citar a nuestro querido Abreu, de las orquestas infantiles y juveniles de Venezuela:

“(…) El arte fue inicialmente una cuestión de minorías para minorías, luego de minorías para mayorías y nosotros estamos iniciando una nueva era en la que el arte es una empresa de mayorías para mayorías.”


(Una cosa no quita la otra: también nos emocionamos cada vez que la sala hace silencio para, por ejemplo, ver a nuestra querida Marija Pendeva tocar el piano)

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